Santuario de Nuestra Señora de Lapa

La historia de Lapa comienza en 1493 con la aparición de la imagen de Nuestra Señora bajo una lapa, llevada allí por religiosos que huían del general moro Al Mansor. La cueva donde se descubrió la imagen tiene una piedra muy estrecha por la que, según la tradición, pasan todos menos los que han cometido un pecado grave. La leyenda adquirió proporciones nacionales y pronto se levantaron los primeros edificios en el lugar. Pocos años después, bajo la dirección de los jesuitas, se construyó la iglesia actual, terminada en 1635, en el lugar exacto donde Joana la Pastora descubrió la imagen de Nuestra Señora. El Colegio, donde ingresaron en 1895 personajes ilustres como el escritor Aquilino Ribeiro para estudiar gramática, latín, lógica y moral, comenzó a construirse a finales del siglo XVI y es una de las mayores obras de los jesuitas en Lapa, funcionando hoy como hospedería del Santuario. La importancia de Lapa también fue reconocida por la corona, que le concedió el estatuto de ciudad en 1740, que mantuvo durante 145 años. En la actualidad, Lapa es una Villa de Portugal. Hay tres grandes romerías a la Sra. de Lapa: el 10 de junio, el 15 de agosto y el primer domingo de septiembre. Estas peregrinaciones van precedidas de novenas, que actúan como un retiro abierto y son muy populares. Lapa es rica en sabores. El pan y el queso son alimentos locales centenarios que han sobrevivido hasta nuestros días como manjares de gran refinamiento y símbolos de la identidad de Lapa. Leyenda de la pastora Joana Joana era el nombre de una pastora muda de doce años que, mientras cuidaba un pequeño rebaño de ovejas, vio una imagen de Nuestra Señora en las grietas de un acantilado o lapa. Se cuenta que Joana se acercó a la imagen y, embelesada, permaneció largo rato en oración. La pastorcilla se dio cuenta entonces de que las vestiduras de la imagen estaban destrozadas por el tiempo y la humedad, y decidió erigir allí un pequeño altar. Limpió la imagen, colocó flores a su alrededor y no dejó de pensar en su "tesoro". Al día siguiente, Joana llevó la imagen a casa en la cesta en la que su madre le enviaba la comida. Su madre, que no veía con buenos ojos que Joana perdiera el tiempo haciendo vestidos para su "muñeca", la arrojó al fuego. Desesperada, Joana, muda de nacimiento, gritó a su madre: "¡Sí, mamá! ¡Es Nuestra Señora de Lapa! ¿Qué has hecho? Cuenta la leyenda que la imagen no se quemó, pero en ese preciso momento el brazo de su madre quedó paralizado. Arrepentida del acto que acababa de cometer, rezó con Joana y todo volvió a la normalidad. El párroco, que conocía la historia, pidió que la imagen se colocara en la iglesia parroquial para que no permaneciera en el desierto, pero la imagen desapareció de allí y apareció en la cueva donde Joana la había descubierto. Allí es donde quería ser venerada, dicen.